sábado, 4 de junio de 2011

PRODUCTO 7 NARRACION

¿Era este su último suspiro? Se preguntaba. El tiempo pasa tan rápido, ¿Cuantos meses hacía ya desde que tantos eventos se dieron y ahora se encontraba en una celda con el temor de que pronto llegaran por él? No podría siquiera despedirse de las personas que tanto le importaban. Sin embargo le quedaba el consuelo de haber hecho lo correcto, al menos lo que en aquellos días le pareció era lo justo. Eran tantas las ideas que había en su cabeza que era aún más difícil el tratar de dormir. Estaba sólo aunque en su mente aun escuchaba los gritos y cantos de toda aquella gente que lo siguió y confió en esta lucha. Sí, debía ser fuerte, Dios estaba con él, por eso se atrevió a usar el estandarte de la virgen María para que lo guiara.

Unos días antes se enteró que Allende, Aldama y Jiménez, habían muerto, supo entonces que le aguardaba el mismo fin. Rezo nuevamente pidiendo por su pueblo y porque tuvieran mejor suerte que la suya. La iglesia le había quitado su nombramiento como padre, lo acusaban de traición. ¡De traición! ¿Pero si él había dado todo por su patria?

Una sola petición fue la que hizo: quiero morir de frente, sólo los traidores son fusilados dando la espalda. Ya va a amanecer, es la hora, se dijo a sí mismo. Tomo su crucifijo y se dejó guiar por los guardias, puso su mano derecha en el corazón, sintió que aún había esperanza pues fue necesario que le dieran el tiro de gracia para acabar con su vida, en ese último aliento de vida sintió como si estuviera, nuevamente, repicando las campanas y gritando frente a la turba enardecida "¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Muera el mal gobierno!, ¡Viva Fernando VII!" 

Con el estaban hombres y mujeres que deseaban un cambio. “La corregidora” fue quien le aviso que habían sido descubiertos, la conspiración había sido descubierta solo una solución existía y esa era adelantar sus planes. Quien hubiera pensado que esas reuniones que iniciaron como una mera charla entre conocidos terminarían siendo la representación de la voz acallada por tanto tiempo. Aquella que exigía un trato justo, un buen salario y sobre todo el respeto a la vida libre. Un pueblo que durante más de trescientos años vivió de una sola manera y donde parecía no haber solución.

Ese era el último pensamiento, su último aliento sin embargo para esta lucha que había iniciado una madrugada del 16 de septiembre de 1810 era el primer paso, aún quedaban tantas batallas por librar, aunque su tiempo había concluido. Los últimos momentos de vida fueron el inicio de nuestra independencia.
GLORIA I. PEREZ SOSA

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